Mi primer aborrecimiento musical fue el grupo sueco ABBA: en la adolescencia oía sus éxitos en la radio como quien oye deslizarse una uña por un pizarrón. No había hit de Agnetha, Björn, Benny y Frida que no me diera dentera: Chiquitita, Fernando, The winner takes it all… ¡grrrrr! No podía entender cómo este desangelado grupo de catires lavados que se vestían como estrellas de patinaje sobre hielo, tuviera semejante presencia no sólo en la radio venezolana, sino en el mundo entero.
No me las doy de avanzada: no se puede decir que a mediados de los años 70 fuera una treceañera de pelo azul que silbara Sex Pistols. Mas bien era como cualquier chica fresa de mi época que le gustaba la música disco, lloraba oyendo los Carpenters y se sabía todas las canciones de los Bee Gees; pero al grupo ABBA no lo toleraba, sensación que sólo ha sido igualada cuando hoy entro a una farmacia, está Ricardo Arjona de música ambiental, y salgo con un pote de Maalox de más.
Por eso es paradójico que en un reciente viaje a Nueva York llevara a mis hijas a ver la obra Mamma mía, cuyo libreto fue escrito alrededor de las canciones de ABBA: ¿acaso la maternidad me torció el gusto? ¿O la nostalgia es más poderosa que el asco? No, tan sólo que una tarde vi en Sonny Entertaintment Televisión un capítulo de Will & Grace (para quien no conoce esta serie, trata sobre la amistad de un abogado gay y una neurótica diseñadora) en el que Will se deja sobornar por su amigo Jack a cambio de una entrada al musical Mamma Mía. Viendo al entusiasta Jack y al rígido Will cantar las canciones del grupo ABBA con fervor, me sorprendí cantándolas y bailándolas al otro lado del televisor. Fue una especie de epifanía disco, y aunque no salí disparada a comprar el CD de la Serie 32 del cuarteto sueco, si me propuse que en la primera oportunidad que tuviera, vería la obra. Sentí curiosidad por este musical que logró el éxito evadido a intentos similares con temas de Los Beatles y Elvis Presley.
Mamma mía fue idea de la productora inglesa Judy Craimer ante lo que ella consideraba el potencial dramático de las canciones de ABBA, y después de llegar a un acuerdo con los compositores del grupo, Craimer contrató a la escritora Catherine Johnson para crear una historia en la que pudiera meter cuantos éxitos de ABBA fuera posible. En el año 1999 se estrenó Mamma Mia en Londres, el resto es historia: nueve años después, más de 30 millones de personas la han visto en diversas ciudades del mundo, traducida en nueve idiomas, en verano del 2008 será estrenada la versión fílmica con la actuación de Meryl Streep, Pierce Brosnan y Colin Firth.
El éxito de Mamma Mía quizás se deba a su desenfadada simpleza: en una isla griega, una muchacha a punto de casarse envía tres invitaciones a su boda sabiendo que uno de los invitados es su padre. Espera descubrir antes de la ceremonia quién, para que la lleve al altar. El trabajo de Johnson no fue tanto como escritora sino como ensambladora: conseguir que 24 canciones del grupo sueco encajaran en casi 3 horas de teatro, logrando que temas como Chiquitica, tratados con sentido de humor y ánimo festivo, perdieran un poco de su cursilería innata.
Mamma Mía no es para intensos, ni para existencialistas sin tregua; es un momento de fiesta, de bailar por bailar, de reservar las neuronas para otra ocasión, de recordar que alguna vez fuimos a una discoteca y nos sentimos The Dancing Queen… por más que detestáramos la canción.
No me las doy de avanzada: no se puede decir que a mediados de los años 70 fuera una treceañera de pelo azul que silbara Sex Pistols. Mas bien era como cualquier chica fresa de mi época que le gustaba la música disco, lloraba oyendo los Carpenters y se sabía todas las canciones de los Bee Gees; pero al grupo ABBA no lo toleraba, sensación que sólo ha sido igualada cuando hoy entro a una farmacia, está Ricardo Arjona de música ambiental, y salgo con un pote de Maalox de más.
Por eso es paradójico que en un reciente viaje a Nueva York llevara a mis hijas a ver la obra Mamma mía, cuyo libreto fue escrito alrededor de las canciones de ABBA: ¿acaso la maternidad me torció el gusto? ¿O la nostalgia es más poderosa que el asco? No, tan sólo que una tarde vi en Sonny Entertaintment Televisión un capítulo de Will & Grace (para quien no conoce esta serie, trata sobre la amistad de un abogado gay y una neurótica diseñadora) en el que Will se deja sobornar por su amigo Jack a cambio de una entrada al musical Mamma Mía. Viendo al entusiasta Jack y al rígido Will cantar las canciones del grupo ABBA con fervor, me sorprendí cantándolas y bailándolas al otro lado del televisor. Fue una especie de epifanía disco, y aunque no salí disparada a comprar el CD de la Serie 32 del cuarteto sueco, si me propuse que en la primera oportunidad que tuviera, vería la obra. Sentí curiosidad por este musical que logró el éxito evadido a intentos similares con temas de Los Beatles y Elvis Presley.
Mamma mía fue idea de la productora inglesa Judy Craimer ante lo que ella consideraba el potencial dramático de las canciones de ABBA, y después de llegar a un acuerdo con los compositores del grupo, Craimer contrató a la escritora Catherine Johnson para crear una historia en la que pudiera meter cuantos éxitos de ABBA fuera posible. En el año 1999 se estrenó Mamma Mia en Londres, el resto es historia: nueve años después, más de 30 millones de personas la han visto en diversas ciudades del mundo, traducida en nueve idiomas, en verano del 2008 será estrenada la versión fílmica con la actuación de Meryl Streep, Pierce Brosnan y Colin Firth.
El éxito de Mamma Mía quizás se deba a su desenfadada simpleza: en una isla griega, una muchacha a punto de casarse envía tres invitaciones a su boda sabiendo que uno de los invitados es su padre. Espera descubrir antes de la ceremonia quién, para que la lleve al altar. El trabajo de Johnson no fue tanto como escritora sino como ensambladora: conseguir que 24 canciones del grupo sueco encajaran en casi 3 horas de teatro, logrando que temas como Chiquitica, tratados con sentido de humor y ánimo festivo, perdieran un poco de su cursilería innata.
Mamma Mía no es para intensos, ni para existencialistas sin tregua; es un momento de fiesta, de bailar por bailar, de reservar las neuronas para otra ocasión, de recordar que alguna vez fuimos a una discoteca y nos sentimos The Dancing Queen… por más que detestáramos la canción.
Crónica publicada en la revista Contrabando.
La versión fílmica de Mamma Mía fue estrenada anoche en Caracas con bombos y platillos . Si se les ocurre irla a ver, llévense un frasco de Maalox en lugar de cotufas: Meryl Streep saltando arriba de una cama vestida con braga de blue jean, o Pierce Brosnam cantando The winner takes it all, es demasiado fuerte para cualquier estómago. El pésimo casting de la película hace que pierde por completo el encanto de la obra.
8 comentarios:
Estoy impresionada!!! verbalizaste todo lo que senti por ABBA todos estoy años, me irrita esa chiquitita, dancing quinn, etc no se si viendo Mamma mia lograria cambiar mi forma de sentir y hasta saldria con un dvd en la mano. : )
Te queda cerca, Gaby, el musical Mamma Mía lo pasaron en Madrid, no sé si todavía sigue en cartelera. Yo a pesar de disfrutar la obra, sigo sin tener a ABBA en mi Ipod.
No se que paso con ABBA ni se que es Mamma mia , pero hace como 10 años en un taller de crecimiento personal descubri a "chiquitita" y puedo jurar que me la escribieron y la interpretan para mi, dentro de los pocos originales cd que tengo esta ABB , y cuando ellos en español cantan y dicen "QUE LAS ESTRELLAS BRILLAN POR TI ALLA EN LO ALTO" veo al cielo y siento que es verdad que brillan para mi...........
Guao... me equivoque no tengo que ser anonimo por gustarme chiquitita....es asi
"LAS ESTRELLAS BRILLAN POR NEIDA EN LO ALTO"
Y....BRILLAN POR MI EN LO ALTO.....
Gracias Macumara por tus intervenciones, y que las estrellas siempre brillen por ti allá en lo alto, como dice la canción.
Adraina: El primer parrafo de este articulo es perfecto! Nada puede describir mejor lo que la musica de Abba ocasiona en mi. La misma dentera que me da Ricardo Arjona!
Gaby y Elvia quizás no nos gusta Abba a ninguna de las tres amiguitas del colegio porque Helli no lo ponía en sus fiestas.
pues yo disfrute la pelicula! Me rei a mas no poder de tan absurda situacion...de ver a una diva de la actuacion en botas cantando y al 007 arrodillado ante ella!Ciertamente hay que estar con un humor "light" para tolerar lo que dura la pelicula, pero al final el subconciente te traiciona y tarareas " dancing queen" con una sonrisa dibujada en los labios!
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