Muchos responsabilizan de la rotunda derrota republicana a la decisión del candidato John McCain de escoger como compañera de fórmula a la gobernadora de Alaska, Sarah Palin. ¿A quién se le ocurría que una futura vicepresidente de los Estados Unidos podía ser una vulgar Hockey mom? Porque Palin no sólo era gobernadora del estado más deshabitado, antigua miss Alaska, cazadora de renos, activista de causas conservadoras; para sus detractores el mayor pecado de esta madre de 44 años -5 hijos entre ellos un marine, un bebé con Síndrome de Down y una adolescente embarazada- era precisamente que fuera una tradicional mamá clase media, lo que en la mayor parte de Estados Unidos llaman: "Soccer Moms", pero como viene del estado más frío de norteamerica, a Palin se le achacó el despectivo: "Hockey mom".
Pondría mis manos en el fuego que en el momento en el que McCain y su equipo se debatían sobre quién escoger como compañero de fórmula, debió ser la noche de la gran final de American Idol, cuando Ryan Seacrest develó el nombre ganador entre David Cook y David Archuleta.
“Archi” de 17 años residente de Utah, era el niño consentido del jurado -el mordaz Simon Cowell lo decretó vencedor por knock out la noche del concierto final- pero el estadio de Salt Lake City se quedó con los fuegos artificiales fríos: la esperada victoria no fue para su hijo predilecto sino para David Cook, el bartender de Kansas City, de 25 años, con una cifra récord de más de 12 millones de votos de diferencia.
Este año 2008 el favorito del jurado, la prensa y los apostadores profesionales fue desde el principio el joven Archuleta con su carita angelical y el star quality de un vástago de Michael Jackson con Celine Dion. No para mí, si a lo largo del programa reconocí el indudable talento y la dulzura del chamo David, me costaba imaginarlo como uno de esos ídolos por los que las mujeres de todas las edades nos abrimos las venas. A Archi lo vislumbraba como a un chico bueno que canta canciones melosas estilo los temas de las películas Disney pero que no inspira sexualmente ni un estremecimiento. Por eso mi favorito, desde un principio, fue el roquero David Cook.
Y aparentemente no sólo el mío, según las estadísticas de este tipo de programas, quienes coronaron al despeinado Cook como el nuevo ídolo americano fueron millones de mujeres que viven en los suburbios norteamericanos, aproximándose o pasando los cuarenta años, que andan en una minivan llena de muchachitos para llevarlos y traerlos de sus prácticas de fútbol, de hockey, o de ballet. Las “soccer moms” por las que apostó McCain, cuya voluntad dominó la séptima edición de American Idol, siendo la edad promedio del espectador del programa más popular de los Estados Unidos 42 años, y de sexo femenino.
Vamos a estar claros: si una mujer de 42 años tiene fantasías eróticas con el futuro bachiller David Archuleta, debería ir inmediatamente a un siquiatra ante el riesgo de padecer un impulsivo ataque de pedofilia. En cambio soñar con un bartender de barba desordenada, chaqueta de cuero y jeanes raídos, con guitarra al hombro, que nos rescate de la aburrida cotidianidad hogareña para serenatearnos una noche de luna llena, más que perversión o vicio, es señal de que no perdiendo la capacidad de soñar, las soccer moms mantenemos la cordura. 8 años entre uno y otro David, el poder imaginarse al futuro ídolo en plan de escapada romántica, o verlo como a un niño de los que se llevan en la parte de atrás de la camioneta, representaron esos 12 millones de votos de diferencia.
No pasó lo mismo con Sarah Palin, nadie quiere a una Hockey mom en la vicepresidencia, pero el triunfo de David Cook logró este año 2008 por las Soccer moms lo que Elvis Presley hizo por los adolescentes en los años 50: descubrir el poder de un sector demográfico que hasta entonces era considerado por la opinión pública como intrascendente.
Este año 2008 el favorito del jurado, la prensa y los apostadores profesionales fue desde el principio el joven Archuleta con su carita angelical y el star quality de un vástago de Michael Jackson con Celine Dion. No para mí, si a lo largo del programa reconocí el indudable talento y la dulzura del chamo David, me costaba imaginarlo como uno de esos ídolos por los que las mujeres de todas las edades nos abrimos las venas. A Archi lo vislumbraba como a un chico bueno que canta canciones melosas estilo los temas de las películas Disney pero que no inspira sexualmente ni un estremecimiento. Por eso mi favorito, desde un principio, fue el roquero David Cook.
Y aparentemente no sólo el mío, según las estadísticas de este tipo de programas, quienes coronaron al despeinado Cook como el nuevo ídolo americano fueron millones de mujeres que viven en los suburbios norteamericanos, aproximándose o pasando los cuarenta años, que andan en una minivan llena de muchachitos para llevarlos y traerlos de sus prácticas de fútbol, de hockey, o de ballet. Las “soccer moms” por las que apostó McCain, cuya voluntad dominó la séptima edición de American Idol, siendo la edad promedio del espectador del programa más popular de los Estados Unidos 42 años, y de sexo femenino.
Vamos a estar claros: si una mujer de 42 años tiene fantasías eróticas con el futuro bachiller David Archuleta, debería ir inmediatamente a un siquiatra ante el riesgo de padecer un impulsivo ataque de pedofilia. En cambio soñar con un bartender de barba desordenada, chaqueta de cuero y jeanes raídos, con guitarra al hombro, que nos rescate de la aburrida cotidianidad hogareña para serenatearnos una noche de luna llena, más que perversión o vicio, es señal de que no perdiendo la capacidad de soñar, las soccer moms mantenemos la cordura. 8 años entre uno y otro David, el poder imaginarse al futuro ídolo en plan de escapada romántica, o verlo como a un niño de los que se llevan en la parte de atrás de la camioneta, representaron esos 12 millones de votos de diferencia.
No pasó lo mismo con Sarah Palin, nadie quiere a una Hockey mom en la vicepresidencia, pero el triunfo de David Cook logró este año 2008 por las Soccer moms lo que Elvis Presley hizo por los adolescentes en los años 50: descubrir el poder de un sector demográfico que hasta entonces era considerado por la opinión pública como intrascendente.
Por eso las Soccer Moms del mundo entero te aclamamos David Cook: “¡Bravo Papito!”.
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